SilviaArtworks

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Tuesday, March 24, 2009

Doble motivo




¿Habéis ido al Guggenheim ya? ¿No? ¿Y a qué estáis esperando?
:P Vengaaaa
El pasado domingo visitamos el museo con doble motivo: no sólo tenemos a Murakami, también tenemos al enormemente artista chino Cai Guo-Qiang, con su exposición titulada "Quiero creer".
Un sobresaliente para los dos n_n Me entusiasmó de principio a fín y creo que sorprende muy positívamente esta muestra tan particular.
El personal, sobretodo, habrá escuchado hablar acerca de los "coches voladores" de Cai, pero seguro que todos podemos encontrar en la exposición al menos una obra distinta a la de los coches que conecte con nosotros. Este señor toca muchos y muy diversos temas: los OVNIs, la tradición e historia chinas, los Juegos Olímpicos de Pekín...todos examinados desde su forma de ver el mundo y plasmados en sus obras, enfocados a una muestra destinada -siempre- a grandes audiencias (cómo controlo, eh).
Los 9 coches suspendidos en el aire (modelo Chevrolet blanco) describiendo una secuencia del movimiento que el vehículo haría si explotara está bien; pero yo me quedo con "la barca".
Hay una sala que acoge una imponente barca de madera repleta de vajilla blanca destrozada. El casco de madera es auténtico. Fue desenterrado de una playa y lo que se ve es exáctamente lo que se desenterró; sin restauraciones ni retoques de ningún tipo. Es el fruto de un naufragio. Las tazas y platos de porcelana blanca han sido diseminados en grandes cantidades por todas las fisuras que presenta la madera, porque representan la espuma del agua del mar que se filtra por el barco que se va a pique. Es muy bonito y emotivo. Nada está puesto así por casualidad. Ni si quiera los platos rotos. Son precisamente platos de porcelana china blanca lo que representa el agua porque de este modo se interpreta el naufragio de un barco comercial que transportara un cargamento de este típico producto hacia tierras extranjeras, para no llegar nunca y ser devorado por las olas n_n Me encantó. Además, si uno se fija bien, entre platos y tazas se pueden ver unas estatuillas religiosas con formas femeninas: una deidad protectora de los marinos que ese día no cumplió bien con su cometido.
En serio: una visita más que recomendable. Chocan brutalmente los alegres colores de Murakami (con sus aires despreocupados y siempre llenos de energía) con las reflexiones grises y serias de Cai. Como mínimo te obliga a darle al sesillo.
La entrada son 11,00 euros. ¿A qué estás esperando?

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